El tablero desconocido espera las fichas que posan sobre la mesa. Los dados presos de un cálculo autoritario, jerarquizado. Flor de estrella que todos conocen; en el medio, al costado y en la frente. El poder atropella la identidad. Nacen múltiples espejos de fuego que entre brazas dibujan esas caras raras que imitan ser algo distinto. Y vos que aprendiste a mirar detrás del espejo, donde el fuego no logra quemar tus pestañas húmedas de un tiempo atrás. Y entre todo esto sobreviven las ganas de seguir siendo lo que pocos se atreven a conocer. Dichosos aquellos que pueden hacerlo.
Carnaval carioca por todas partes, estando en el baile aprendiste a bailar. Sonreís bebiendo y bebes pocas sonrisas. “Cuando la comparsa está de fiesta los bailarines no quieren pensar, olvidan todo alrededor y sólo disfrutan, viven el momento”. Es de locos querer reflexionar entre los sonidos y los colores; incluso se puede bailar mejor. Pero tú ya lo sabes: el Poder atropella, convulsiona con su elegancia y todo es tan maravilloso que; alcanzarlo es más importante que conocerlo.
Metiendo la mano en el bolsillo izquierdo de la camisa de cuero; cuero marcado por las llamas del espejo, encuentras el Poder. El Poder… ese Poder ser vos mismo te vuelve único.
martes, 9 de febrero de 2010
Ser la ola que impacta en la roca, como a mi más me gusta. En cada gota de sal una esperanza. Ni cambio ni evolución. Podría recorrer mi cara; volver a salpicar, dejarla mover hasta que seque. Poder ver como seca y desaparece, esperar la próxima ola, ahí cuando todo comienza de nuevo...