jueves, 18 de febrero de 2010

El gaucho Martín Fierro/ XIII

 

Dios formó lindas las flores,
delicadas como son,
le dio toda perfeción
y cuanto él era capaz,
pero al hombre le dio más
cuando le dio el corazón.

Le dio claridá a la luz,
juerza en su carrera al viento,
le dio vida y movimiento
dende la águila al gusano,
pero más le dio al cristiano
al darle el entendimiento.

Y aunque a las aves les dio,
con otras cosas que inoro,
esos piquitos como oro
y un plumaje como tabla,
le dio al hombre más tesoro
al darle una lengua que habla.

domingo, 14 de febrero de 2010

Arde, la Elegancia no dice nada; Arde

El tablero desconocido espera las fichas que posan sobre la mesa. Los dados presos de un cálculo autoritario, jerarquizado. Flor de estrella que todos conocen; en el medio, al costado y en la frente. El poder atropella la identidad. Nacen múltiples espejos de fuego que entre brazas dibujan esas caras raras que imitan ser algo distinto. Y vos que aprendiste a mirar detrás del espejo, donde el fuego no logra quemar tus pestañas húmedas de un tiempo atrás. Y entre todo esto sobreviven las ganas de seguir siendo lo que pocos se atreven a conocer. Dichosos aquellos que pueden hacerlo.

Carnaval carioca por todas partes, estando en el baile aprendiste a bailar. Sonreís bebiendo y bebes pocas sonrisas. “Cuando la comparsa está de fiesta los bailarines no quieren pensar, olvidan todo alrededor y sólo disfrutan, viven el momento”. Es de locos querer reflexionar entre los sonidos y los colores; incluso se puede bailar mejor. Pero tú ya lo sabes: el Poder atropella, convulsiona con su elegancia y todo es tan maravilloso que; alcanzarlo es más importante que conocerlo.

Metiendo la mano en el bolsillo izquierdo de la camisa de cuero; cuero marcado por las llamas del espejo, encuentras el Poder. El Poder… ese Poder ser vos mismo te vuelve único.

martes, 9 de febrero de 2010

Ser la ola que impacta en la roca, como a mi más me gusta. En cada gota de sal una esperanza. Ni cambio ni evolución. Podría recorrer mi cara; volver a salpicar, dejarla mover hasta que seque. Poder ver como seca y desaparece, esperar la próxima ola, ahí cuando todo comienza de nuevo...