domingo, 14 de febrero de 2010

Arde, la Elegancia no dice nada; Arde

El tablero desconocido espera las fichas que posan sobre la mesa. Los dados presos de un cálculo autoritario, jerarquizado. Flor de estrella que todos conocen; en el medio, al costado y en la frente. El poder atropella la identidad. Nacen múltiples espejos de fuego que entre brazas dibujan esas caras raras que imitan ser algo distinto. Y vos que aprendiste a mirar detrás del espejo, donde el fuego no logra quemar tus pestañas húmedas de un tiempo atrás. Y entre todo esto sobreviven las ganas de seguir siendo lo que pocos se atreven a conocer. Dichosos aquellos que pueden hacerlo.

Carnaval carioca por todas partes, estando en el baile aprendiste a bailar. Sonreís bebiendo y bebes pocas sonrisas. “Cuando la comparsa está de fiesta los bailarines no quieren pensar, olvidan todo alrededor y sólo disfrutan, viven el momento”. Es de locos querer reflexionar entre los sonidos y los colores; incluso se puede bailar mejor. Pero tú ya lo sabes: el Poder atropella, convulsiona con su elegancia y todo es tan maravilloso que; alcanzarlo es más importante que conocerlo.

Metiendo la mano en el bolsillo izquierdo de la camisa de cuero; cuero marcado por las llamas del espejo, encuentras el Poder. El Poder… ese Poder ser vos mismo te vuelve único.

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