Miles de fojas atadas con un hilo a la carátula forman el expediente de una causa sin resolver. Sus fojas están ordenadas numéricamente. Tengo un expediente en mis manos. Al parecer, puedo leerlo mentalmente sin visualizar ningún número. Su hilo es precario. Cada vez que le agregó una foja más al expediente, debo desarrollar una técnica superior para volverlo a atar. Un expediente, una descripción de algo que sucedió en algún lugar y tiempo pasado.
Por alguna razón decido recorrerlo cada instante, aún sabiendo que, no voy a poder entenderlo bien. Hay algo que me preocupa: el hilo. Se suelta, se rompe. Me pregunto porqué algo tan importante siempre pende de un hilo. De pronto, el expediente repleto de fojas se desarma. Cae al vacío y, sus fojas se mezclan, se pierden…
El expediente desapareció en el aire, dejó de ser expediente. Tendría que volver a leerlo mentalmente para recuperar algo de el o, armar un nuevo expediente con otra carátula y, un hilo más resistente. Sin embargo, las fojas siguen ahí, paseando en el aire. Una parte del hilo quedó agarrada a la carátula, la otra encontró el vacío, o quizá, se ató a otro expediente. Las causas son así, algunas tardan años en resolverse, otras se resuelven al instante y, muchas, se pierden en el vacío...
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